Francisco Cea, el derrumbe de una promesa

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Paco CeaSu nombre, Paco Cea. Nacido junto a un campo de golf, donde echó los dientes, el Parador de Málaga. Su padre era el greenkeeper. Ya de niñó apuntó maneras, y además de desparpajo, ciertos aires de superioridad.

Fui testigo de cómo logró la tarjeta para el Circuito Europeo, hace unos años, en la Escuela. Era en el campo de Guadalmina, Marbella. La jornada se aplazó por lluvia. Recuerdo que en esa escuela estaba un tal Michael Campbell. ¿Os suena? Pues bien, Paco había quedado a falta de seis hoyos para acabar su última tarjeta, su último recorrido. Y dadas las cosas, sabía que tenía que hacer -3 en esos seis hoyos. Tres birdies sin error alguno. Y señores, con toda la presión del mundo, ví cómo lo lograba. Aún conservo la bola que me regaló como recuerdo.

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Paco tenía talento, llegando a ser lider en el Tour en calles cogidas con el drive. Partía las calles con su fade natural, con un 85% de efectividad. Luego, trató de mejorar, y como suele pasar, empeoró. Quiso retocar el swing buscando más distancia, y se perdió en la espesa niebla de los misterios del golf. Como si se diera un paseo por el Londres de las películas de Sherlock Holmes.

Tras llegar a jugar el Volvo Master, logrando acabar en el puesto 58 en la lista de ganancias del Volvo Tour en el año 1999, pero perdió la tarjeta, y perdió su juego. Casado con una tinerfeña, busca el lugar que nunca imaginó perder: estar entre los mejores.

Un día le dije al verle fallar un putt de apenas un metro en el hoyo 18, en un torneo que dominó con autoridad y terminó ganando: “Paco, algo hay que fallar, ¿no?”. Y él contestó: “Sí, pero mejor que sea al principio, para poder recuperar y no en el último hoyo”.

Cuando escribía este artículo estaba a punto de fallar el corte en Canarias. Llevaba unos primeros 9 hoyos de su segunda vuelta, terribles. Necesitaba una reacción impresionante, y como todo hacía presagiar no lo conseguiría. La cabeza ya la tendría con demasiados nubarrones.

Paco Cea era un promesa, con un buen palmarés amateur, y buena irrupción profesional. Era promesa, y aunque se haya derrumbado, nadie duda que “mientras hay vida, hay esperanza”.

Dicen que el buen golf empieza a los treinta, o sea, la década que Paco está marcando, apenas desde hace año y medio.
Esperemos que consiga volver a la élite donde estuvo codeándose. De hecho, el primer Torneo que ganó Ian Poulter fue jugando un domingo con Paco a su lado. En Italia.

El caso de Paco, no es el único. ¿Quién se ha olvidado de otro malagueño como Diego Borrego, ganador de un Torneo del Tour, y desaparecido en combate en los últimos años? Hacer una lista de jóvenes promesas golfísticas, sería larga, muy larga. Porque si llegar es duro, mantenerse arriba, más todavía.

Paco siempre pensó que el drive y el putt son los principales palos de la bolsa. Y yo le decía que la humildad era muy importante.
Si regresa a la élite será con un buen manejo de esos palos y por supuesto, revestido de humildad, paciencia y determinación. Y claro, cómo no, con la suerte de los campeones.

De momento, en Madrid, hoy se echará en falta su presencia. No estará entre los veinte españoles que se batirán el cobre por la victoria.

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